Ayer estaba arreglando unos papeles y me encontré con una
carta de mi viejo.
Me
escribía contándome cómo habían pasado con mamá en la celebración de sus 50
años de matrimonio, hace unos años.
Entre las muchas cosas que me escribió, rescato cuanto sigue:
"Cuando
ustedes lleguen a los 50, verán qué emoción se siente.
FE
AMOR
PERSEVERANCIA
CONFIANZA
TOLERANCIA
Ésa
es la clave (en ambos).
M´hijo,
no importa lo malo que sea el sendero,
lo
importante es saberlo sortear.
Las
alegrías, se disfrutan;
los
pesares, se recuerdan como un acto de la vida
en
donde te das cuenta que Dios SIEMPRE compensa al afligido.
Siempre
debes agradecer a nuestro Señor, por cada día,
por
el milagro de despertarte vivo, y con tu compañera a tu lado,
por
tu historia personal, llena de bellos momentos.
Estás
lejos, y te extraño, cómo te extraño, pero doy gracias a Dios
por
cada recuerdo: el fútbol, las noches de pesca, los viajes al interior,
las
noches de boxeo en que entrabas escondido en mi gabán porque eras menor,
las
inolvidables tertulias con tu madre en la cocina de la casa y mucho, mucho más.
Esta
es tu casa, Carmen es una hija más y nuestros nietos...
no
tengo palabras para describir lo que sentimos por los nietos.
Cada
rincón habla de ustedes, y ésos recuerdos son nuestros tesoros
que
nos acompañan cada día.
Cuando
llegues a los 50, vas a tener tus propios tesoros
y
los vas a guardar con el mismo amor y cariño que los guardamos
nosotros..."
Estos son los valores que se están perdiendo en nuestra
sociedad.
Miro con tristeza tantos hogares desechos, tantos niños y
jóvenes sin rumbo, sin el rumbo claro que sólo una familia unida les puede dar.
Me entristece tremendamente ver a tantos padres jóvenes,
pensando egoístamente primero en sus propios intereses y deseos, antes que en
los de sus hijos.
Se ha perdido el valor de un abrazo, el valor de un beso,
el valor del tiempo compartido. Ya no se charla, y mucho menos se escucha. Todo
es gritos, violencia o simplemente indiferencia.
En estos días, hablamos mucho de que el país debe cambiar,
que los gobernantes, los políticos y los empresarios deben cambiar.
Pero primero tenemos que limpiar la casa, debemos
aprender a gobernar nuestras vidas y nuestras familias con amor, antes de salir
a exigir nada.
Cambias tu mundo, y el mundo que te rodea cambia contigo,
está visto que los cambios que valen la pena no vienen de los de arriba, ellos
no quieren cambiar nada. El cambio, el verdadero cambio debe nacer del
ciudadano común.
Mientras seamos una sociedad egoísta y consumista.
Mientras nos sigamos arrancando los ojos por las sobras que nos tiran de
arriba, nada va a cambiar, porque estamos jugando el juego que ellos quieren
que juguemos.
El juego de la indiferencia, el de la violencia y el del
consumismo voraz e irracional.
De arriba, de mucho más arriba, lo único bueno que viene,
viene del amor de Dios.
Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida... que te son dados debajo del sol... Eclesiastés 9:9
Wilson
Dusser
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